Trabajo en clase de los milagros de Jesús
Para el próximo martes tendrán que traer información sobre los milagros de Jesús, el trabajo será el examen de religión en esta ocasión.
Una parte importante en la aceptación que Jesús encontró fué por la abundancia de milagros que hacía. Jesús rodea su predicación del reino de muchas curaciones y expulsiones de demonios.
Los milagros son el lenguaje de Dios. La naturaleza habla de la gloria de Dios. Para los ojos despiertos, que no están nublados por la rutina, toda la creación es un canto de alabanza al Creador que pregona: Él nos ha hecho. La belleza del mundo es palabra hermosa que habla de Dios. Todo habla de Dios y de su esplendor de gloria. Pero el milagro tiene un lenguaje especial. Es el lenguaje privado de Dios. Sólo Él puede emitir una palabra que vaya más allá de los límites que ha querido establecer en la naturaleza. Los milagros hablan del amor omnipotente del eterno. Y Dios habla en Jesús con tantos milagros que, al cabo de los tres años, casi se acostumbran a esa grandeza. Todos los milagros de Jesús son para el bien; nunca realiza ningún milagro para castigar o hacer caer fuego del cielo sobre los injustos o los malhechores. Los que los observan, ven el dedo de Dios que señala: mirad a mi Hijo. Los beneficiados se gozan. Los ciegos se llenan de alegría, al ver; los paralíticos saltan de gozo, y los leprosos estrenan nueva convivencia al quedar limpios.
Es significativa la cantidad de milagros destinada a sanar las enfermedades. El dolor es un efecto del pecado de origen. Cristo, al vencer al dolor, quiere demostrar que viene a vencer a su causa que es el pecado. No sana todas las enfermedades, sólo unas pocas, aunque sean cientos. Porque el dolor se va a convertir en instrumento del amor más grande. Gran misterio el del dolor; pero mayor aún el del amor que, en el dolor, no deja de querer. Jesús dará a conocer su mesianidad por medio de los milagros, pero cada milagro será un signo elocuente de lo que viene a traer al mundo: una felicidad nueva, traída por un amor generoso y fuerte, que llega de lo Alto.
Conozcamos los milagros que Jesús realizó:
La boda de Caná.
En Caná y Cafarnaúm realiza algunos milagros.
La primera pesca milagrosa.
El endemoniado en la sinagoga.
La suegra de Pedro.
La curación del paralítico.
Curación de dos ciegos y un endemoniado mudo.
La curación del leproso.
La resurrección del hijo de la viuda de Naím.
La curación del paralítico de la piscina de Siloé.
La tempestad calmada.
El endemoniado de Gerasa
La hija de Jairo y la hemorroísa.
Primera multiplicación de los panes.
Otros milagros en la región de Tiro y Sidón.
El demonio mudo y la fe.
La curación del ciego de nacimiento.
Jesús cura a una mujer en sábado.
El ciego Bartimeo.
La resurrección de Lázaro.
Los milagros son el lenguaje de Dios. La naturaleza habla de la gloria de Dios. Para los ojos despiertos, que no están nublados por la rutina, toda la creación es un canto de alabanza al Creador que pregona: Él nos ha hecho. La belleza del mundo es palabra hermosa que habla de Dios. Todo habla de Dios y de su esplendor de gloria. Pero el milagro tiene un lenguaje especial. Es el lenguaje privado de Dios. Sólo Él puede emitir una palabra que vaya más allá de los límites que ha querido establecer en la naturaleza. Los milagros hablan del amor omnipotente del eterno. Y Dios habla en Jesús con tantos milagros que, al cabo de los tres años, casi se acostumbran a esa grandeza. Todos los milagros de Jesús son para el bien; nunca realiza ningún milagro para castigar o hacer caer fuego del cielo sobre los injustos o los malhechores. Los que los observan, ven el dedo de Dios que señala: mirad a mi Hijo. Los beneficiados se gozan. Los ciegos se llenan de alegría, al ver; los paralíticos saltan de gozo, y los leprosos estrenan nueva convivencia al quedar limpios.
Es significativa la cantidad de milagros destinada a sanar las enfermedades. El dolor es un efecto del pecado de origen. Cristo, al vencer al dolor, quiere demostrar que viene a vencer a su causa que es el pecado. No sana todas las enfermedades, sólo unas pocas, aunque sean cientos. Porque el dolor se va a convertir en instrumento del amor más grande. Gran misterio el del dolor; pero mayor aún el del amor que, en el dolor, no deja de querer. Jesús dará a conocer su mesianidad por medio de los milagros, pero cada milagro será un signo elocuente de lo que viene a traer al mundo: una felicidad nueva, traída por un amor generoso y fuerte, que llega de lo Alto.
Conozcamos los milagros que Jesús realizó:
La boda de Caná.
En Caná y Cafarnaúm realiza algunos milagros.
La primera pesca milagrosa.
El endemoniado en la sinagoga.
La suegra de Pedro.
La curación del paralítico.
Curación de dos ciegos y un endemoniado mudo.
La curación del leproso.
La resurrección del hijo de la viuda de Naím.
La curación del paralítico de la piscina de Siloé.
La tempestad calmada.
El endemoniado de Gerasa
La hija de Jairo y la hemorroísa.
Primera multiplicación de los panes.
Otros milagros en la región de Tiro y Sidón.
El demonio mudo y la fe.
La curación del ciego de nacimiento.
Jesús cura a una mujer en sábado.
El ciego Bartimeo.
La resurrección de Lázaro.
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